Un hombre se acerca a un local donde hay un letrero que dice “Segunda oportunidad”. Al frente hay una larga fila de personas, a la espera de que se abran las puertas. Intrigado por lo que se ofrece ahí, pregunta.
-Disculpe, amigo, ¿qué ofrecen en este lugar?
-Lea el anuncio: “Segunda oportunidad”. Es la posibilidad de recuperar algo muy valioso que haya perdido.
-Lea el anuncio: “Segunda oportunidad”. Es la posibilidad de recuperar algo muy valioso que haya perdido.
-Disculpe mi atrevimiento pero, ¿qué espera recuperar usted?
-La oportunidad de estudiar. Abandoné los estudios hace mucho, y quiero empezar de nuevo.
-La oportunidad de estudiar. Abandoné los estudios hace mucho, y quiero empezar de nuevo.
La fila es larga, pero el hombre decide unirse al grupo. Ahí hay toda clase de gente. Una joven había perdido la esperanza de amar de nuevo, se propone comenzar una nueva relación. Un drogadicto desea la oportunidad de comenzar una nueva vida…
Después de una larga espera, llega el turno del hombre.
Después de una larga espera, llega el turno del hombre.
-¿Usted qué desea?- pregunta la persona que atiende el negocio.
-Mire usted, perdí mucho tiempo durante mis años juveniles. Quiero comprar al menos una parte del tiempo perdido.
-Señor, con mucha pena debo informarle que aquí no vendemos tiempo.
-¡Pero no es justo! Todos aquí han podido obtener lo que pidieron.
-Sí, pero lamentablemente el tiempo perdido no se puede recuperar.
-¿Y entonces qué puedo hacer?
-Lo que muchos otros han hecho: aprovechar al máximo el tiempo que le queda.
Es muy cierto: no podemos recuperar el tiempo perdido. ¿Por qué? El pastor Leonard A. Johnson lo explica de manera muy simpática cuando compara el tiempo con un crédito diario que cierto banco te da por 86, 400 dólares. El problema (si a eso se le puede llamar problema) es que tienes que usar todo ese dinero durante ese día, porque el saldo no pasa al día siguiente. Cada noche, automáticamente, el banco borra de tu cuenta todo el dinero que no hayas usado. ¿Qué harías tú con esa suma de dinero? Pues lo usarías cada día (Inspirational Sayings and Stories from A to Z, pp. 226, 227).
Cada día recibimos el tesoro del tiempo; es un tesoro de 86, 400 segundos. El tiempo que no uses, simplemente lo perderás. El tiempo que no uses, simplemente lo perderás, porque ¡es un recurso no renovable!.
No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. (Efesios 5: 15, 16).
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Eclesiastés 3:1